lunes, 3 de noviembre de 2014

Fomentar la capacidad de elegir

Por Miguel Carbajal Arregui. 

(Extracto del Tomo VI de la Guía Adolescentes: "Elección Vocacional"  (2014) Montevideo: Editorial Eme. Publicado con el Diario El País en el mes de octubre). 

"Los adolescentes pueden llegar poco preparados al momento en que tienen que tomar decisiones formativas. Algunos tienen dificultades en esta instancia porque los adultos se han encargado de elegir por ellos.

Sí, está claro que ningún individuo puede ordenar sus prioridades desde la niñez. Cuando los hijos son pequeños, los padres deben tomar decisiones vinculadas con su cuidado. Sin embargo, hay un conjunto de elecciones cotidianas que conviene que los pequeños tomen, para incorporar una autonomía gradualmente.

La capacidad de elegir se debe ejercitar a partir de la niñez. Esta capacidad permite desarrollar una autonomía necesaria para realizar elecciones personales.
En los espacios educativos se estimula la capacidad de elegir y se fomenta la autonomía, desde la educación inicial. En casa, los padres deben operar en la misma dirección, para potenciar los logros. Por ejemplo, es bueno promover que los niños pequeños se vistan solos, que elijan sus actividades, etcétera.

Cuando se trabaja con los adolescentes se constata que, en algunos casos, los padres eligen todas las cosas importantes por ellos. Por ese motivo, cuando sus hijos se enfrentan a decisiones respecto a su futuro se encuentran poco instrumentados. Si la capacidad de elegir se ejercita desde la niñez, se llega a la adolescencia con una base necesaria para la elecciones.  

Diálogos en familia

En estos tiempos, las múltiples actividades determinan que sea difícil que los miembros de las familias coincidan en casa durante el día. La cena puede ser el momento de encuentro, donde los hijos incorporan habilidades a partir del diálogo. A medida que los hijos crecen, van definiendo puntos de vista personales. Si los miembros de una familia comparten sus puntos de vista, estimulan la capacidad de análisis, la tolerancia, la posibilidad de disentir y por lo tanto de plantearse rutas personales.

Cuando la familia conversa en la cena sobre lo que ha hecho en el día, o comparte anécdotas, se promueve una actitud reflexiva en los hijos pequeños. Además, al compartir las dificultades o conflictos cotidianos, se enriquece el repertorio de habilidades personales para lidiar con las dificultades que se presentan en la  convivencia en  espacios laborales o centros educativos.

Cuando los padres comparten con sus hijos los recuerdos de su infancia transmiten, también un conjunto de valores. El humor puede ser un importante aliado porque permite descomprimir las situaciones difíciles, ejercita la auto-observación y promueve la creatividad. Los encuentros en familia deben colaborar con el desarrollo del autoconocimiento de los hijos mientras van creciendo."



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