Por Miguel Carbajal Arregui.
Si se quiere trabajar para la reducción de las brechas existentes, se debe reflexionar cada día acerca de lo lejos que se está de la igualdad de oportunidades,
Cada 8 de marzo es una buena oportunidad para que, en los centros educativos y en las familias, se piense acerca de esta situación, porque los modelos que colaboran para que cada alumna vaya definiendo quien puede llegar a ser, van incorporando a partir de la infancia.
Para colaborar en la reflexión sobre tan relevante temática se comparte los aportes de un trabajo sobre orientación vocacional, género y estudios terciarios. Miguel Santos y Ana María Porto de la Universidad de Santiago de Compostela, en un estudio de 2002, concluyeron que "el aumento de la participación femenina en la educación superior no ha conseguido desvelar todos los sesgos estructurales del medio personal y social. A veces, da la sensación de que determinados sesgos arquetípicos siguen presidiendo su dispositivo cognitivo-social. Lo que queremos poner de manifiesto es que aún no hemos conseguido desvelar todas las claves respecto de ese diferencial configurador en el proceso de toma de decisiones y en la propia elección de estudios.Lo que parece incontestable es que, pese a lo mucho que hemos avanzado en este terreno, falta todavía un gran camino por recorrer, y no menos incógnitas por despejar, hasta llegar a un punto histórico en el que tenga poco sentido seguir buscando explicaciones a las diferencias de género en la elección de estudios. Terminamos con un interrogante que pretende condensar todo un marco de reflexión: ¿toda la expansión de la educación superior y toda la presencia de la mujer en este nivel de enseñanza está produciendo cambios reales en sus tradicionales expectativas de rol? Dígase lo que se quiera, esta sigue siendo la cuestión" Han pasado varios años y la realidad ha cambiado muy poco...