Por Miguel Carbajal Arregui.
(Extracto del Tomo VI de la Guía Adolescentes: "Elección Vocacional" (2014) Montevideo: Editorial Eme. Publicado con el Diario El País en el mes de octubre).
"Los adolescentes pueden llegar poco preparados al momento en que tienen que tomar decisiones formativas. Algunos tienen dificultades en esta instancia porque los adultos se han encargado de elegir por ellos.
(Extracto del Tomo VI de la Guía Adolescentes: "Elección Vocacional" (2014) Montevideo: Editorial Eme. Publicado con el Diario El País en el mes de octubre).
"Los adolescentes pueden llegar poco preparados al momento en que tienen que tomar decisiones formativas. Algunos tienen dificultades en esta instancia porque los adultos se han encargado de elegir por ellos.
Sí, está claro que ningún individuo
puede ordenar sus prioridades desde la niñez. Cuando los hijos son pequeños,
los padres deben tomar decisiones vinculadas con su cuidado. Sin embargo, hay
un conjunto de elecciones cotidianas que conviene que los pequeños tomen, para
incorporar una autonomía gradualmente.
La capacidad de elegir se debe
ejercitar a partir de la niñez. Esta capacidad permite desarrollar una
autonomía necesaria para realizar elecciones personales.
En los espacios educativos se estimula
la capacidad de elegir y se fomenta la autonomía, desde la educación inicial.
En casa, los padres deben operar en la misma dirección, para potenciar los
logros. Por ejemplo, es bueno promover que los niños pequeños se vistan solos,
que elijan sus actividades, etcétera.
Cuando se trabaja con los adolescentes
se constata que, en algunos casos, los padres eligen todas las cosas
importantes por ellos. Por ese motivo, cuando sus hijos se enfrentan a
decisiones respecto a su futuro se encuentran poco instrumentados. Si la capacidad
de elegir se ejercita desde la niñez, se llega a la adolescencia con una base
necesaria para la elecciones.
Diálogos en familia
En estos tiempos, las múltiples
actividades determinan que sea difícil que los miembros de las familias
coincidan en casa durante el día. La cena puede ser el momento de encuentro,
donde los hijos incorporan habilidades a partir del diálogo. A medida que los
hijos crecen, van definiendo puntos de vista personales. Si los miembros de una
familia comparten sus puntos de vista, estimulan la capacidad de análisis, la tolerancia, la posibilidad de
disentir y por lo tanto de plantearse rutas personales.
Cuando la familia conversa en la cena
sobre lo que ha hecho en el día, o comparte anécdotas, se promueve una actitud
reflexiva en los hijos pequeños. Además, al compartir las dificultades o
conflictos cotidianos, se enriquece el repertorio de habilidades personales
para lidiar con las dificultades que se presentan en la convivencia en espacios
laborales o centros educativos.
Cuando los padres comparten con sus
hijos los recuerdos de su infancia transmiten, también un conjunto de valores.
El humor puede ser un importante aliado porque permite descomprimir las
situaciones difíciles, ejercita la
auto-observación y promueve la creatividad. Los encuentros en familia deben
colaborar con el desarrollo del autoconocimiento de los hijos mientras van
creciendo."